Si nos has estado poniendo atención, recordarás que en nuestra última publicación te hablamos de la obsolescencia programada. Esta táctica comercial se creó con el propósito de que los consumidores tengan que adquirir constantemente productos nuevos, aumentando la cantidad de artículos no degradables que desechamos.
Sin embargo, esta técnica tan poco amigable con el medioambiente ha impulsado la creación de prácticas y estilos de vida más sustentables en la rutina diaria de las personas, enfocándose especialmente en nuestros hábitos de consumo.
Uno de estos estilos de vida es el Decrecimiento. que -como mencionamos anteriormente- se rige por el lema de “vivir mejor con menos”. Este término se origina como crítica a la sociedad de consumo, rechazando la manera en la que el crecimiento económico termina siendo devastador para el planeta. Así, nos invita a ser conscientes de nuestros patrones de compra y a tener conciencia del gran daño que esto genera.
Iluminan por toda una vida
Pero el Decrecimiento no es lo único que se ha hecho para combatir a la obsolescencia programada.
En un parque de bomberos de California, existe una ampolleta que ha estado encendida desde el año 1901. A pesar de que esta llama la atención por su impresionante historia, nos lleva a preguntarnos por qué las bombillas modernas no funcionan de la misma manera. La respuesta es simple: no es conveniente para el comercio que un artefacto tenga una duración tan larga.
Es por esto que las luces que a veces tenemos en nuestros hogares tienen una vida media de tan solo 2.000 horas -en el caso de las ampolletas de gases halógenos- lo que corresponde a aproximadamente 6 meses de utilidad. Es por esto que es preferible optar por luces LED, ya que tienen una duración estimada de 25.000 horas, ¡no necesitarás cambiarla por casi tres años!
No obstante, esta última no es la mejor cifra. Benito Muros, ingeniero de nacionalidad española, ha sido capaz de desarrollar una bombilla que tiene una vida útil de aproximadamente 85.000 horas. Este emprendedor cuenta con la clara visión de que es posible llegar a fabricar su producto sin obsolescencia programada, siendo este uno de los casos en que se prioriza al medioambiente.
Lamentablemente, en este momento no existe la posibilidad de producir estas ampolletas a gran escala, debido a que el proyecto no cuenta con los fondos necesarios ni con auspiciadores. Como Muros afirmó al medio Cinco Días: “ninguna cadena estaba dispuesta a vender una bombilla que no se estropease”.
Cuidado con lo que vestimos
Entre los desechos más contaminantes producidos por el ser humano encontramos a la ropa. Como si esto fuera poco, es uno de los artículos que consumimos con mayor frecuencia, debido a la rapidez con que se produce, pasa de moda o se estropea.
Para intentar neutralizar ese daño, nace el cradle-to-cradle, o “de la cuna a la cuna” en español. Esta técnica consiste en fabricar textiles con materiales totalmente reutilizables o compostables, ya sea de manera biológica o tecnológica.
Estas pueden ser utilizadas como compost en viveros, evitando así que el material termine siendo quemado o desechado en lugares del tercer mundo. Actualmente, en el mercado ya podemos encontrar 11.000 productos con la certificación cradle-to-cradle.
¿Conoces alguna otra forma de luchar contra la obsolescencia programada? ¡Compártela con nosotros!
Fuentes: Ecologistas en Acción, Deutschland.