¿Has notado que tus artículos parecen durar cada vez menos? En las décadas pasadas, la duración de la ropa y los electrodomésticos era más que suficiente para que estos fueran heredados después de varios años. En la actualidad esto no es posible.
La causante de esto es una estrategia de ventas que le garantiza a las empresas un ingreso constante. Se trata de la obsolescencia programada, que -en términos simples- es la vida útil que se le da a un producto durante su fabricación, procurando que en un tiempo predeterminado deje de funcionar de la misma manera.
Esta táctica se creó con el propósito de que los consumidores tengan que adquirir constantemente productos nuevos, pero que cumplen con la misma función que el que ya no les sirve.
Para que la obsolescencia sea efectiva, se procura que nuestros productos se vean afectados en una de las siguientes áreas:
- Función: este caso se da cuando, a pesar de que el producto que ya adquirimos se mantiene en buen estado, las empresas lanzan a la venta uno más avanzado y con nuevas funciones.
- Calidad: esta categoría engloba a aquellos artículos que, después de tener cierta cantidad de uso, comienza a presentar fallas y un mal desempeño.
- Necesidad inventada: aquí se apela a los hábitos de consumo del público. Llega al comercio un producto más nuevo y las personas deciden cambiar el que tienen, tan solo por una cuestión de novedad.
Si bien esta práctica pueda parecer peligrosa solo para nuestros bolsillos, lo cierto es que resulta sumamente dañina para el medioambiente, debido a que incrementa la cantidad de desechos.
Aumento de desechos mal tratados
Lamentablemente, el hecho de que nos deshagamos de nuestras posesiones con tanta rapidez influye directamente en el aumento de basura en el planeta y en la calidad de vida de muchos países pobres.
Los artículos que para nosotros son fácilmente descartables, se convierten en una real pesadilla para lugares como Ghana, India, Pakistán, Bangladesh y algunos sectores precarios de China, que se han convertido en verdaderos basurales. Ya en el año 2010, se estimaba que en Nigeria había al menos 40 millones de toneladas de residuos tóxicos.
Ante esto, el periodista y activista medioambiental, Mike Anane, tomó cartas en el asunto denunciando la grave situación. Se dedicó a crear una base de datos de los tipos de residuos dejados en Ghana y su procedencia, determinando que todos estos venían del primer mundo.
El problema es aún más grave al tratarse principalmente de desechos no degradables, como la ropa o los aparatos electrónicos, y que no cuentan con un tratamiento adecuado para su correcta eliminación.
Como recordarás por nuestra nota E-waste: la problemática de los desechos electrónicos, te contamos que los residuos de un tubo de luz fluorescente pueden contaminar 16.000 litros de agua, una batería de níquel-cadmio ensucia 50.000 litros y un televisor puede contaminar hasta 80.000 litros de agua, si no son tratados correctamente.
En el caso de la ropa, según la Fundación Ellen MacArthur, se estima que si los hábitos de consumo y venta no cambian, más de 150 millones de toneladas de ropa terminarán en vertederos o serán incineradas en el año 2050. Si quieres conocer más sobre esta cifra, visita nuestro artículo: Conoce el vídeo que busca concientizar sobre cuánta ropa desperdiciamos.
“Decrecimiento”: en contra de la obsolescencia programada
Ante una práctica tan evidente, son varios los críticos que han iniciado un movimiento llamado “Decrecimiento”. Este sostiene que la población debe replantear sus valores y hábitos de consumo, y no solo preocuparse de mejorar los procesos productivos.
La invitación que realizan es a adoptar un estilo de vida minimalista, en el que vivamos mejor y con menos consumo.
Fuentes: EcoInventos, Eulixe, Treehugger y El salto diario.